La Habilidad Artística de la Expresión


Hay una habilidad artística implícita en la expresión de las seis virtudes del corazón pero, antes de que el arte pueda ser expresado, las virtudes deben anclarse en la autenticidad.

Las virtudes no pueden ser manufacturadas desde construcciones mentales o simplemente moviendo los labios. Esta cualidad de autenticidad es resultado del sentido de conexión de la mente y el corazón a una estructura más profunda dentro de la que cada una de estas virtudes opera.

Para la mayoría de la gente  esta conexión toma tiempo en desarrollarse y madurar. Empieza, sin embargo, teniendo un entendimiento de que existe un marco de trabajo y después contemplando y sintiendo qué es, cómo trabaja y por qué es importante aplicarla en la vida de uno.

Este entendimiento sirve como base para el arte, el cual se asocia con cómo y cuándo uno maneja las seis virtudes, o un subconjunto de ellas, para las diversas situaciones de la vida. Puedes considerar las seis virtudes (agradecimiento, compasión, perdón, humildad, entendimiento y valor) como notas musicales. Si tocas estas notas simultáneamente hay un acorde y este acorde es Amor Divino —la máxima vibración contenida dentro del campo cuántico que un ser humano puede recibir y transmitir.

Cada una de las seis virtudes puede ser activada con increíble velocidad y virtuosismo cuando la persona que expresa la virtud opera desde una plataforma de alta coherencia y un sentido de neutralidad. En este estado, uno puede navegar su vida buscando la sabiduría en cada nuevo desafío, la chispa creativa en lo mundano, el sentimiento intuitivo y los ritmos más profundos alrededor de cada esquina, en la aparente calamidad de la vida diaria.

La forma en que uno puede lograr y conservar este estado de coherencia descansa en gran parte en su arte, y, en cierto grado, en la vigilancia de la aplicación de las seis virtudes del corazón.

Existe un proceso de espiral ascendente en esta práctica.

Primero, uno debe estar ubicado en el marco de trabajo, y esto puede ser hecho estudiando el El Arte de lo Genuino: Un imperativo Espiritual, y después contemplando su significado.

En segundo lugar, uno puede experimentar con las seis virtudes y aprender cómo profundizar su entendimiento —no en un nivel intelectual, sino más bien en un nivel  práctico de aplicación. En otras palabras, ¿cómo aplica uno las virtudes de la humildad, entendimiento y perdón a la persona que justo acaba de quitarte el lugar del aparcamiento en la tienda?

Es en este nivel —el nivel práctico donde todos vivimos— en el que debemos practicar el arte de las seis virtudes para que no perdamos nuestra capacidad de auto-fortalecernos. Es en este auto-fortalecimiento donde nos elevamos como seres espirituales a los desafíos del mundo físico.

Esta forma de fortalecimiento es diferente a decir la verdad para impulsar o imbuir tu autoestima con el elixir de la invencibilidad. Es el fortalecimiento de solucionar el problema de la agitación emocionalmente arraigada de la vida diaria con la incandescencia de la inteligencia del corazón, y de saber cómo y cuándo hacer uso de esta inteligencia.

En el ascenso continuo para dominar estas virtudes y expresarlas en nuestras vidas, refinamos nuestro entendimiento. No se trata de las repentinas revelaciones mencionadas en los textos de antiguos días ni de la conciencia alucinógena del mundo moderno, sino más bien del sólido entendimiento de que somos parte de un campo vibratorio que energéticamente nos incluye, registra nuestros senderos, genera nuestra realidad holográfica y nos reinventa de nuevo en la línea de tiempo que corre hacia y desde la eternidad.